Inspírate con las palabras de un gran narrador: Juan Mascardi.

En esta entrevista vas a conocer experiencias, momentos y novedades de su profesión. Juan Mascardi es Licenciado en Comunicación Social (1996) y Especialista en Comunicación Digital Interactiva de la Universidad Nacional de Rosario.

Nació en Colón, Buenos Aires, Argentina en 1974. Actualmente es Director de la Lic. en Periodismo y la Lic. en Producción y Realización Audiovisual en la Universidad Abierta Interamericana, sede Rosario (2007 hasta actualidad). Es Coordinador del Programa Fundéu Argentina de la Fundación Instituto Internacional de la Lengua Española en convenio con Fundéu BBVA de Madrid. Docente de la cátedra TV y Nuevos Medios del taller sobre Crónicas Audiovisuales y documentales para TV, Escuela Internacional de Cine y TV (EICTV) de San Antonio de los Baños, Cuba. Coordinador del Laboratorio de Experimentación Periodística de RED/ACCIÓN, periodismo humano.

¡El 13 de diciembre presenta su nuevo libro El sutil poder del silencio en la Biblioteca Argentina!

¿Cuándo comenzó tu pasión por la comunicación? Contame sobre tus comienzos como profesional.

El comienzo suele ser difuso porque aparecen distintos momentos en diferentes circunstancias de la vida. Si, tuve una vocación temprana porque comencé a trabajar a los 14 años en Emisora Colón que es una radio actualmente FM pero que, en aquel momento, en el año 1988, transmitía por circuito cerrado de comunicación. Ahí me incorporé en un programa de deportes que se llamaba “El rotativo del deporte” como comentarista de tenis. Era el furor de Gabriela Sabatini, me incorporé y vi que nadie hablaba de tenis y encontré ahí un huequito para empezar a hablar y a tener una columna propia en ese programa. Después se transformaron en transmisiones maratónicas, primero me tocó hacer en el campo de juego, después ya comentar y a seguir la Liga de Colón, Provincia de Buenos Aires que es la ciudad de donde yo soy oriundo.

Previo a eso rescato en esa pasión como lo llamas vos por la comunicación, mis contactos con el universo de fútbol a través de la revista El Gráfico del mundial 86, el furor de Maradona. Y previo a eso mucho contacto narrativo en mi casa, mi viejo era un gran narrador de historias y recuerdo que durante la infancia después de cenar él solía ir a su cama a leer el diario y yo me quedaba al lado de él. Mi primera puerta con el mundo, con un mundo no globalizado todavía, era leer el diario con mi viejo. Mi mamá que fue profesora de Inglés, Bibliotecaria y tiene dos libros de poesía publicados, siempre también vinculados a la literatura y mi hermana que es profe de Literatura, así que vengo de una familia donde la narrativa ocupaba un gran lugar pero no era una narrativa desapegada con la realidad, sino que era una narrativa muy vinculada con la historia y con los hechos. De hecho, mi viejo era militante peronista, mi papá fue candidato a intendente en el 83, o sea, toda la campaña electoral fue durante la dictadura y mi vieja fue la primera concejal de Colón, entonces yo creo que toda esa conjunción vinculada a los afectos, al deporte, a la política, al fútbol es lo que va forjando esa pasión por la comunicación.

Mi primer trabajo profesional donde cobro sueldo, estoy afiliado a un sindicato, fue en Crónica Televisión en el año 97. Yo me recibo como Comunicador Social en el año 96 y al otro año me voy a vivir a Buenos Aires y accedo a ocupar un rol dentro de la producción en una época de oro de Crónica que es la época de la consolidación. Crónica nace en el 94 el mismo año que TN y creo que la CNN en Español o sea que son los inicios de los canales satélitales de noticias. Hace muy poquito que estaban instalados y ese comienzo inaugural en una etapa fundacional también de determinados medios de comunicación creo que forjaron un perfil, un olfato, una manera de entender el periodismo. En el caso de Crónica en una pantalla muy popular, era un canal que yo no miraba en mi época de estudiante, una era porque no tenía cable y otra porque tal vez la propuesta estética no me cerraba. Así y todo, haber trabajado a la par de profesionales como Héctor Ricardo García o como Ariel Delgado o como Claudio Orellano, fue fundamental en mi formación de profesional.

¿Qué es lo que más disfrutas de tu profesión?

Yo disfruto cuando la comunicación y el periodismo son un puente, un puente entre la gente y la realidad, un puente entre sus problemas y las posibilidades de transformar esa realidad siendo cuando ocurre eso y cuando una producción ya sea audiovisual, una crónica, una nota en algún noticiero, sentís que eso abre una puerta y que esa realidad narrada se transforma en un hecho fáctico en la posibilidad de un bienestar en que la relevancia pública pueden modificar a los personajes de esa historia narrada y después disfruto mucho escribiendo, estando en el campo, recogiendo los datos, estando en contacto con la gente. Disfruto mucho cuando me toca hacer móviles en vivo, el vivo de la televisión creo que me ha quedado ahí como una especie de adrenalina, de mis comienzos, en donde siento que se activa, me gusta mucho la pre producción, el armado, el diseño de los proyectos, es como que cada etapa tiene un sabor especial y todas esas etapas las disfruto. En este momento el ritual que más estoy disfrutando es cuando llego a mi casa y en soledad empiezo a escribir y a sistematizar y ese ritual me parece muy seductor porque también me permite encontrarme con mis propios deseos, con mis propios miedos, con mis fantasmas, con mis sueños y con mis pesadillas.

¿Cómo era tu forma de trabajar antes y después de las redes? ¿Preferís este cambio?

Pasó no hace mucho tiempo y sin embargo a uno le cuesta imaginarse cómo era trabajar sin las redes en una época sin convergencia. Trabajé muchos años de productor, de cronista haciendo documentales, como conductor y era muy diferente, lo que sí rescato de esa época, en el caso de Crónica, por ejemplo, un invento muy sencillo era que teníamos 3 teléfonos directos a la redacción y la gente cuando llamaba no se comunicaba con el conmutador de un canal sino lo atendíamos directamente nosotros como productores y eso dinamizaba muchísimo la comunicación.

Claro que lo prefiero. Las redes horizontalizan, creo que hoy estamos en un momento complicado después del quiebre de las noticias falsas y la consolidación de tantos mensajes basura donde nuestro rol es además de generar comunidad, sino también ser curadores de esa información. No obstante, me parece una etapa muy interesante, es una oportunidad para el periodismo y también es una oportunidad a la hora de generar contenido para distintos dispositivos, plataformas, soportes, con lo cual la comunicación se diversifica, se horizontaliza y nos obliga a nosotros como comunicadores poder consolidar esos múltiples puentes a la hora de contar ética y estéticamente una historia.

¿Te queda un momento donde te relajas y dejas de lado las redes sociales?

Es complejo y trato de apartarme. He tenido mis distintos momentos. He estado un año sin Facebook y sin Twitter, he estado en algunos momentos sin Whatsapp con lo cual desconcierta muchas veces a la gente. La más invasiva me parece que es WhatsApp sobre todo porque fomenta una necesidad de urgencia para cuestiones que a veces son intransigentes o insignificantes así que sí, trato de mantener mis espacios de ya no desconexión, pero si diría no disponibilidad. Poder hacer esa diferencia entre estar disponible y no estar disponible para ciertos momentos de la vida privada yo creo que lo mejor pasa por afuera de la vida de las redes sociales. Todo lo que se muestre de mí, a lo mejor no está ahí, seguro sí puede estarlo mejor en el área profesional pero no están presentes en ciertos momentos de intimidad, de conexión de vinculo estrecho, de emociones y lo que hay ahí es una construcción, todos hacemos una construcción de un determinado perfil, así que trato de mantener esas fronteras bastantes sinuosas y lábiles con mis momentos de mayor intimidad por afuera.

Contame sobre tus últimos trabajos: Red/Acción, Fundéu Argentina y sobre la presentación de tu libro.

Red/Acción

El vínculo con Red/Acción es intenso, es bellísimo, me genera una sensación de que se creó un medio a la medida de lo que siempre uno ha soñado, a veces reviso otros proyectos míos como “Abrazo de agua” que fue un proyecto transmedia en donde ya hace más de 6 años veníamos hablando de la necesidad de un periodismo social, un periodismo que no sólo narre la realidad sino también que la modifique mientras la narra y cuando nace RedAcción, Stella Bin, una colega con quien habíamos compartido ciertos espacios en Fopea dentro del laboratorio digital del foro de periodistas argentinos. Me convoca en febrero del año pasado cuando el medio se estaba fundando así que también participé en la etapa fundacional y a partir de ahí fui escribiendo. Tuve dos momentos: el año pasado con la creación de un laboratorio de experimentación periodística y la redacción de algunas crónicas y este año que nuevamente se ha puesto muy intenso en la producción de algunos trabajos. 

Fundéu Argentina ¿Qué errores cometemos con frecuencia?

En Fundéu Argentina tratamos de gestionar un proyecto propositivo, no nos centramos en el error sino la sugerencia, así y todo vemos que hay algunos errores que sí es cierto se van repitiendo, yo ahí pondría en el puesto número uno la utilización de los prefijos, en el puesto número dos podría pensar en la escritura de los símbolos y las abreviaturas y en el tercer lugar algo que vemos habitualmente en Fundéu Argentina tiene que ver con la utilización de ciertos anglicismos que consideramos necesarios, que no necesariamente son un error pero si está la posibilidad de poder mencionarlos en el español que tan lindo es.

“El sutil poder del silencio”

El 13 de diciembre presentamos el segundo libro que también es una antología de crónicas y se llama “El sutil poder del silencio”. Es un grupo de crónicas que fueron escritas en estos últimos 6 años y la temática, más allá de que son crónicas que cada una tiene su abordaje y su profundidad, creo que implícitamente en la trama interna del libro son historias de distintos personajes muy diversos por cierto en donde el punto común tal vez sea la resistencia, la transformación, la transmutación de cada uno de ellos y la posibilidad de dejar de ser sobrevivientes para ser personajes principales de sus propias vidas.

A diferencia de “Ni tan héroes”, estos son análisis que voy haciendo mientras pasa el tiempo, creo que en el otro tal vez el rasgo característico era más la vida en comunidad, lo colectivo, la posibilidad de construcción a pesar de los pesares y en este son personajes que están resistiendo de alguna manera, en términos de Sábato, esa resistencia ante la avalancha de un mundo más hostil en un mundo asignado por la desolación, en un mundo con líderes distópicos y que así todo en esos avatares sigue existiendo un brillo intrínseco y potente en cada uno de los protagonistas de las historias.

La presentación va a ser el 13 de diciembre en La Biblioteca Argentina en horario a definir. Abierta al público, allí se va a poder comprar el libro.

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Sus relatos provienen de una de las historias más ricas de la crónica en América latina, la de Rodolfo Walsh, Tomás Eloy Martinez, Martín Caparrós o Leila Guerriero, pero sobre todo de Roberto Arlt, el autor con el que más cercanía tiene, ya que las Aguafuertes Porteñas también poseen ese espíritu mutante y sin cadenas, con la observación acuciosa y una predilección natural por los que no han tenido voz, enfocados en lo que Miguel de Unamuno denominaba Intrahistoria. Juanro tiene una prosa potente, y ha encontrado una voz propia, dentro de un género que ha aportado grandes momentos a la narrativa del continente; un tipo de texto, latinoamericano por excelencia, y el más vital en la actualidad. Su primer libro, cocido a mano, lo hizo merecedor del Premio Iberoamericano de Periodismo Rey de España; el segundo es más reposado, se nota una sabiduría que solo les llega a los autores con el tiempo. Pero a la vez es arriesgado en las formas, tiene la presencia del Facebook, de Twitter y de Instagram, pero también están las máquinas de escribir, las canciones y las películas de los años ochenta. Es una obra que denota exploración permanente, en ella hay una necesidad de abarcarlo todo, una ambición desmesurada, una apuesta por la consolidación de un autor. La mezcla es arriesgada, pero exitosa, los ingredientes en su justa medida han sido la obsesión de los buenos cocineros, de los científicos y de los cronistas, cualquier error puede terminar en fracaso rotundo. Tratar de compilar tantos recursos al mismo tiempo lleva a la crónica a estar en un limbo permanente, se trata de no escuchar solamente a la invitación de la lira poética, ya que hay que atender también a la urgencia informativa. Los triángulos amorosos siempre llevarán en su espalda la posibilidad de la tragedia. Eso sí, las combinaciones exitosas dan origen a platos deslumbrantes, fórmulas reveladoras, crónicas memorables. Juan Roberto vivió toda la transición de la Olivetti a la notebook, en todos los casos se ha adaptado. *El periodista que no quería contar tragedias – Fragmento del prólogo por Andrés Puerta Molina

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El libro se puede conseguir en Rosario, Córdoba, Santa Fe y Buenos Aires en estas librerías:

Oliva Libros: Entre Ríos 579
Buchin Libros: Entre Ríos 735
Argonautas Rosario: Rioja 725
El juguete rabioso: Mendoza 784
El halcón maltés librería: Mendoza 1438
Mandrake Libros: Rioja 1869
Mal de Archivo: Mariano Moreno 477
Del Otro Lado Libros: 25 de Mayo 2985 (Santa Fé)
Librería Universitaria: Félix Frías 60 (Córdoba)
Librería La Libre: Bolívar 646 (CABA)